- Jorge Luis Borges -


"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única"

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22.4.10

Ya no es lo mismo

A veces los amigos cambian. No se sabe cómo, cuándo o por qué dieron un giro de 180 grados y simplemente dejan de ser aquellas personas que solíamos conocer.
¿Nueva pareja? ¿Nuevo grupo en la facultad? ¿Nuevos hábitos que no tienen nada que ver con él?
Desconcierta. Duele. Y abre una incógnita que no te deja dormir: ¿volverán a estar como siempre?
6.4.10

Los ególatras (II)

Se ríen de la gente. Siempre están esperando que algo le salga mal al resto de la humanidad para poder mostrar que a ellos les va mejor. Te pasan por al lado con la cabeza en alto y ni siquiera se dignan a mirarte a los ojos. Sí, los pisa cabezas.
Siempre hay alguno con características similares en cada etapa de la vida. En la escuela primaria: aquella nena que te refriega sus juguetes nuevos. En la secundaria: tanto al que le va mejor en la clase de gimnasia, como al intelectual que, ni por casualidad, te pasa una respuesta en una prueba. En la facultad: el competitivo que se cree más profesional que vos, y se olvidó de la humildad y la inocencia con la que había entrado el primer día de clase. En el trabajo: el que se cree el más apto para el puesto de trabajo y no recuerda que alguna vez tuvo que empezar desde abajo, y que necesitó una mano para salir adelante.
Están y convivimos con ellos permanentemente, pero por suerte se pueden hacer cosas para no llevarles el apunte. Como por ejemplo, disfrutar de aquello que nos hace realmente felices, como valorar a los amigos de oro que nos acompañan en todos los momentos de la vida, y que van en la misma dirección que nosotros: cumplir los sueños de cada uno, siendo capaces de conservar a la gente que nos quiere de verdad. Sin ellos, ningún mérito, premio, cantidades infinitas de dinero, o altísimos puestos de trabajo, tienen sentido.
5.4.10

Ya está

Casi no tenés noticias de su existencia. Eso ya no te preocupa (o por lo menos, no tanto). Estabas tan enganchada con tus cosas que de repente un día caíste en la cuenta de que te lo estabas olvidando.
Es ahí cuando querés volver a saber algo, aunque sea un detalle de su vida. Pero esta vez, sólo por curiosidad. Ya no sentís ese deseo irrefrenable de volverlo a ver para que aparezca con un caballo blanco frente a la puerta de tu casa y el cuento de hadas termine feliz.
Entonces, cuando volvés a asomarte en su vida, descubrís que está bien, de hecho, demasiado bien. Te enterás que está con alguien, que está bajando de aquella luna de Valencia en la que estaba inmerso y que lo había alejado de vos.
Se está poniendo serio, eso que tanto querías que suceda cuando lo conociste, pero que no se pudo lograr.
Sí, descubrís que él está bien… pero al mismo tiempo te das cuenta de que vos también. Vos también porque notás que ya no te duele escuchar que está con otra. Ya no gritás a los cuatro vientos el típico “ya me lo olvidé”, cuando por adentro sabés que es una increíble mentira. Cuando ya no necesitás decirlo es porque definitivamente ya está.